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Si vas a ver una sola película de terror navideño donde Santa acecha a niños, que sea esta

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Nader Castillo

diciembre 23, 2025

Cada año, el cine navideño promete lo mismo: calidez, nostalgia y finales felices en familia. Rare Exports: A Christmas Tale también ofrece eso… pero lo combina con un Santa ancestral y desnudo que castiga a niños desobedientes, una horda de elfos ancianos corriendo por un paisaje helado y un niño finlandés que descubre que el Santa moderno no es más que una invención corporativa.

Para una película que gira en torno a profanación de tumbas, renos sacrificados y la posible resurrección de una criatura mítica, Rare Exports resulta sorprendentemente encantadora. El director Jalmari Helander mezcla suspense inquietante, sátira oscura y un sentido de asombro invernal que recuerda al cine de aventuras de Steven Spielberg en sus inicios. El resultado es una rareza navideña: perturbadora, original y, contra todo pronóstico, mágica.

El terror navideño nunca fue tan frío ni tan extrañamente entrañable

Una nueva y perturbadora versión del mito de Santa Claus
La historia comienza cuando una empresa estadounidense inicia perforaciones en una remota montaña de Finlandia. Su arrogante CEO está convencido de que bajo el hielo se esconde algo de gran valor económico. Los habitantes del pueblo sospechan, pero es Pietari, un niño obsesionado con las leyendas antiguas, quien empieza a unir las piezas.

Lo que descubre no es el Santa amable de los comerciales ni el símbolo festivo popularizado por la cultura estadounidense, sino una figura mucho más cercana a Krampus: una entidad cruel que castiga a los niños que se portan mal. Pronto aparecen huellas extrañas en los techos, los niños comienzan a desaparecer y los animales del pueblo aparecen mutilados.

Cuando el padre de Pietari captura a un anciano desnudo en una trampa para lobos, la verdad se vuelve imposible de ignorar. El hombre parece inofensivo, casi ausente, hasta que fija la mirada en el niño. No es un vagabundo. Es uno de los ayudantes de Santa… y el verdadero Santa, congelado en la montaña, podría estar despertando.

Helander trata el folclore con el respeto suficiente para que resulte aterrador, pero sin perder el sentido del humor. Pietari investigando mitos antiguos con la seriedad de un detective infantil aporta una honestidad emocional que recuerda a The Goonies o Gremlins. Esa mezcla de inocencia y amenaza es lo que hace que Rare Exports se sienta única.

Más cuento oscuro que slasher navideño
Aunque suele clasificarse como terror navideño, Rare Exports funciona mejor como un cuento de hadas oscuro. La violencia rara vez se muestra de forma explícita; el miedo surge del ambiente, del silencio y de la vastedad del paisaje finlandés cubierto de nieve. Helander convierte el entorno en un personaje más: campos blancos interminables, árboles esqueléticos y una sensación constante de aislamiento.

Cuando la película decide escalar, lo hace sin complejos. El clímax presenta a cientos de “elfos” revelados como ancianos desnudos y barbados corriendo a toda velocidad por la nieve. Es absurdo y perturbador a la vez, y funciona precisamente porque la película nunca se burla de su propia premisa.

No es el Santa que conoces es el que siempre debiste temer

A diferencia de propuestas más caóticas o caricaturescas del subgénero, Rare Exports apuesta por lo inquietante: hombres frágiles comportándose como depredadores y la certeza de que el verdadero horror, un Santa gigante atrapado bajo el hielo, aún no ha sido liberado.

Un niño como centro moral de la historia
Lejos del terror oscuro tradicional, la película adopta el espíritu de una aventura infantil con tintes macabros. Pietari es el corazón del relato, el único que entiende la verdad antes que los adultos y el único dispuesto a actuar en consecuencia. En los minutos finales, se transforma en un pequeño héroe que acepta el pasado monstruoso de la Navidad y decide controlarlo en lugar de negarlo.

Una crítica navideña al capitalismo
Bajo su fachada de terror folclórico, Rare Exports es también una sátira sobre cómo la cultura moderna, especialmente la estadounidense, mercantiliza tradiciones que no comprende. La tragedia comienza cuando los extranjeros ignoran las advertencias locales y reducen un mito ancestral a una oportunidad de negocio.

Sin embargo, la película tampoco idealiza a los locales. Tras derrotar a Santa y capturar a sus elfos, los habitantes del pueblo toman una decisión irónica: convertirlos en productos exportables. Los antiguos seres salvajes son limpiados, vestidos y vendidos como Santas de centro comercial bajo la marca “Rare Exports”.

Es un final incómodo y brillante que refuerza el mensaje central: incluso cuando protegemos nuestras tradiciones, terminamos adaptándolas al mercado.

Un clásico navideño extraño e inolvidable
Con apenas 80 minutos de duración, Rare Exports avanza con seguridad, equilibrando humor seco, imágenes inquietantes y una genuina fascinación por la imaginación infantil. No cae en la exageración violenta ni en la solemnidad excesiva. Respeta a su protagonista, abraza lo perturbador del mito y nunca olvida que toda historia navideña —incluso la más oscura— necesita una chispa de asombro.

Extraña, incómoda y sorprendentemente entrañable, Rare Exports es una de las películas navideñas más originales que existen… y probablemente la más perturbadora.

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