Este nuevo documental de crimen real en streaming te hará reconsiderar una de las peores tendencias de reality

¿Puede cuestionarse un formato que expone y castiga a algunos de los criminales más repudiados por la sociedad? Esa es la pregunta central que plantea Predators, un documental que revisa con mirada crítica el impacto y las consecuencias de To Catch a Predator. Conducido por Chris Hansen, el programa original mostraba cómo se atraía a presuntos depredadores sexuales a una casa trampa para registrar su detención en cámara. El documental no busca empatizar con los perpetradores, pero sí invita a reflexionar sobre el proceso, su legado y las verdaderas motivaciones detrás de esta tendencia televisiva.

Predators cuestiona qué se aprendió realmente de To Catch a Predator

Estrenado en 2004 como una serie de segmentos dentro de Dateline, To Catch a Predator se convirtió rápidamente en su contenido más popular. Se presentaba como una advertencia para padres y tutores sobre los riesgos que enfrentan los menores en internet. Para ello, actores se hacían pasar por adolescentes en chats en línea y, cuando alguien mordía el anzuelo, la conversación derivaba en una cita presencial. En la casa trampa, Hansen confrontaba al implicado y, tras el interrogatorio, permitía que se retirara, solo para que la policía lo arrestara fuera de cámara. Todo el proceso quedaba registrado.

El programa fue celebrado por quienes querían ver a estos hombres alejados de los niños sin importar el método. Sin embargo, también generó críticas por sus implicaciones éticas y por la sospecha de que el objetivo real fuera el espectáculo y el rating. Voces del periodismo señalaron una falta de integridad editorial, sugiriendo que la exposición pública se había vuelto el fin en sí mismo.

Predators sostiene que ese legado derivó en imitaciones enfocadas en la viralidad más que en la protección. El documental muestra casos donde la puesta en escena, las frases de impacto y la humillación pública parecen diseñadas para conseguir clics, no justicia.

Más que justicia, el formato terminó
convirtiendo el castigo en espectáculo.

Predators expone verdades incómodas y deja preguntas sin responder

La serie original llegó a su fin tras la muerte de Bill Conradt, un fiscal adjunto que se suicidó durante un operativo derivado del programa. El documental presenta este episodio como uno de los ejemplos más duros del daño colateral causado por el formato. Testimonios de participantes del equipo revelan culpas persistentes y arrepentimiento por decisiones tomadas en nombre del show.

También se incluyen escenas descartadas donde los detenidos piden ayuda, conscientes de que su vida pública ha terminado. Sin justificar sus actos, el documental recuerda que existe un componente humano que suele ignorarse y subraya los riesgos de priorizar el entretenimiento sobre el debido proceso. Un caso particularmente delicado muestra cómo una operación televisada puede destruir una vida aun cuando no hay condena.

A veces la cámara pesa más que la ley,
y el daño resulta irreversible.

Aunque Predators ofrece espacio a quienes creen que el fin justifica los medios, evita dictar sentencia. Tampoco profundiza del todo en si estas operaciones son efectivas: hay ejemplos de arrestos sin cargos y absoluciones por considerar que hubo provocación indebida. El documental no da respuestas definitivas, pero sí invita a mirar los grises de un debate que suele presentarse como blanco y negro.

Predators ya está disponible en streaming a través de Paramount+ en Estados Unidos.