Después de Hamnet, es momento de reevaluar la incomprendida película de Marvel de Chloé Zhao
Con Hamnet posicionándose como una de las grandes contendientes de la temporada de premios tras un exitoso recorrido por festivales, el nombre de Chloé Zhao vuelve a ocupar un lugar central en la conversación cinematográfica. La directora ganadora del Óscar entrega en esta ocasión un drama profundamente emotivo sobre William Shakespeare (Paul Mescal) y su esposa Agnes (Jessie Buckley), enfrentándose a la pérdida de su hijo. Su sensibilidad visual y su atención al dolor humano han llevado a muchos a considerarla una firme candidata a Mejor Dirección, lo que podría significar su segunda victoria tras Nomadland (2020).
Hamnet y Nomadland comparten varios rasgos distintivos del cine de Zhao: la conexión con la naturaleza, la intimidad emocional y una mirada contemplativa sobre la condición humana. Sin embargo, entre ambas películas existe una obra que suele quedar relegada cuando se analiza su filmografía: Eternals, su incursión en el Universo Cinematográfico de Marvel. Estrenada en 2021 y recibida con reacciones mixtas, la cinta mantiene un 47% en Rotten Tomatoes, pero cuatro años después merece una revisión más justa y menos condicionada por las expectativas del MCU.
Eternals llegó en un momento particularmente extraño para Marvel Studios. Fue una de las primeras películas posteriores a Avengers: Endgame, cuando la franquicia comenzaba a redefinirse tras el cierre de la Saga del Infinito. Durante años, Marvel había demostrado que incluso sus propiedades más desconocidas podían convertirse en éxitos tanto críticos como comerciales, y muchos esperaban que Eternals siguiera el camino de Guardians of the Galaxy: un riesgo creativo respaldado por una visión autoral fuerte.

La película presenta a un grupo de seres celestiales enviados a la Tierra hace miles de años para proteger a la humanidad de los Deviants. Aunque la premisa suena familiar dentro del género de superhéroes, el enfoque de Zhao fue mucho más introspectivo y solemne de lo habitual en el MCU. Esa decisión le costó críticas por su ritmo irregular, el exceso de mitología y la dificultad para desarrollar adecuadamente a un elenco tan amplio. A esto se suma que, hasta hoy, Marvel no ha dado una resolución clara a su final ni a sus escenas postcréditos.
Muchas de las críticas a Eternals no carecen de fundamento. Algunas ideas de gran peso histórico y emocional —como la culpa de Phastos (Brian Tyree Henry) por su rol indirecto en la creación de armas devastadoras— se introducen de manera abrupta. Además, con diez nuevos héroes, Zhao y los guionistas Patrick Burleigh, Ryan Firpo y Kaz Firpo enfrentaron un reto narrativo enorme.
Sin embargo, reducir Eternals a “el peor MCU según Rotten Tomatoes” es una simplificación injusta. Fue el proyecto más diverso de Marvel hasta ese momento, tanto delante como detrás de cámaras, y uno de los pocos que se atrevió a romper la fórmula tradicional. Zhao trasladó su estilo visual al blockbuster, apostando por locaciones reales, paisajes naturales y una sensación de antigüedad que diferencia claramente a la película del resto del universo Marvel.
Uno de los mayores aciertos de Eternals es su enfoque en las relaciones y los conflictos internos. La conexión silenciosa entre Thena (Angelina Jolie) y Gilgamesh (Don Lee) se construye con gestos mínimos y momentos breves, demostrando la capacidad de Zhao para dotar de profundidad emocional a escenas aparentemente pequeñas. Esta sensibilidad es la misma que brilla en Hamnet, donde el dolor se expresa más en silencios que en grandes discursos.
La diversidad del grupo no es solo un dato estadístico: seis personajes no blancos, cinco mujeres y el primer superhéroe abiertamente gay del MCU aportan una perspectiva distinta al género. Aunque la diversidad por sí sola no convierte una película en un éxito, sí resulta frustrante que un proyecto que intentó romper moldes haya sido descartado con tanta facilidad.

A pesar de su escala apocalíptica, Eternals sí tiene consecuencias reales: muertes importantes, amistades que se quiebran y héroes que se convierten en antagonistas. Cada personaje enfrenta un dilema interno que lo hace sorprendentemente humano, ya sea la lealtad a su “familia”, el miedo a perder la memoria o el deseo de una vida diferente.
Puede que Eternals nunca sea considerada una de las mejores películas del MCU, pero vista sin el peso de las expectativas de Marvel, se revela como un experimento ambicioso y genuino. Es una obra imperfecta, sí, pero también valiente, con ideas más densas y emocionales que la media del género.
Revisitarla ahora, a la luz del éxito de Hamnet, permite entender mejor lo que Chloé Zhao intentó hacer: llevar su cine íntimo y humano a un universo dominado por el espectáculo. Y aunque el resultado no fue completamente redondo, hay suficiente valor artístico en Eternals como para que no quede relegada al olvido.
Eternals está disponible actualmente en Disney+.
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