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Este thriller de acción de alto octanaje con estrellas de John Wick es el placer culposo perfecto

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Nader Castillo

diciembre 30, 2025

Al igual que una gran banda de rock que sale de gira acompañada por talentos infravalorados para darles visibilidad, la saga John Wick siempre ha servido como vitrina para actores de acción y secundarios extraordinarios que merecen mayor reconocimiento. John Wick: Chapter 4 está repleta de ellos, con Donnie Yen como uno de los más destacados, aunque llamarlo infravalorado ya sea debatible. Si te quedaste con ganas de ver a más figuras de este universo enfrentarse entre sí, entonces Diablo, del director Ernesto Díaz Espinoza, es una parada obligatoria y actualmente se ha convertido en un éxito en Prime Video.

Diablo funciona como una extensión natural del espíritu de John Wick, reuniendo a dos especialistas del cine de acción físico para ofrecer combates directos, violentos y sin concesiones que priorizan la adrenalina sobre la lógica.

La película está protagonizada por Scott Adkins y Marko Zaror, dos nombres muy respetados dentro del cine de acción. Adkins es una auténtica figura del cine de acción de bajo y medio presupuesto, con títulos como Avengement y Close Range, lo que le ha permitido aparecer en grandes producciones cuando se necesita a alguien que realmente sepa pelear frente a cámara, como Doctor Strange o John Wick: Chapter 4. Zaror, por su parte, es un artista marcial consumado que ha participado en películas como Machete Kills y Alita: Battle Angel, además de tener proyectos tan curiosos como 100 Years, de Robert Rodríguez, cuyo estreno está previsto —literalmente— para el año 2115.

En John Wick: Chapter 4, Marko Zaror interpretó a Chidi, el implacable segundo al mando del Marqués de Gramont, un perseguidor incansable que comete uno de los peores errores posibles dentro de este universo: lastimar a un perro. Scott Adkins, oculto bajo prótesis, dio vida a Killa Harkan, un excéntrico jefe criminal berlinés que protagoniza una brutal pelea contra Wick en una discoteca, dejando una impresión tan exagerada como memorable.

Ver a Scott Adkins y Marko Zaror enfrentarse es un recordatorio de que el cine de acción todavía puede sostenerse en el talento físico, la coreografía y el carisma sin depender de efectos digitales excesivos.

Como suele suceder en este tipo de producciones, la trama de Diablo es simple y directa: un hombre secuestra a la hija de un jefe mafioso por razones que no son tan oscuras como parecen, mientras un asesino letal es contratado para darles caza. Esa premisa es solo la excusa para encadenar enfrentamientos cada vez más intensos, incluyendo un villano con una mano-armada oculta que aporta un toque tan absurdo como divertido.

Con una calificación sólida en Rotten Tomatoes y críticas que coinciden en destacar los enfrentamientos entre sus protagonistas, Diablo sabe exactamente qué tipo de película quiere ser. No pretende reinventar el género ni ofrecer una historia profunda, pero cumple con creces cuando se trata de acción pura y combates contundentes.

Diablo no busca ser cine elevado, sino un espectáculo directo y honesto que entiende que su mayor fortaleza está en dejar que sus estrellas de acción hagan lo que mejor saben hacer.

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