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Cuarenta años después, esta película navideña sigue siendo considerada una de las peores de la historia

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Nader Castillo

diciembre 25, 2025

En noviembre de 1985 llegó a los cines Santa Claus: The Movie con una ambición enorme: darle al mito de Papá Noel el mismo tratamiento épico que los productores Alexander e Ilya Salkind habían logrado con Superman. Sobre el papel, la idea parecía infalible. Si alguien podía transformar una figura cultural en una leyenda moderna, eran ellos. Con Jeannot Szwarc en la dirección y un equipo acostumbrado a trabajar con grandes mitos, todo apuntaba a una película familiar inolvidable. El problema es que esa promesa jamás se cumplió.

La cinta arranca con cierta esperanza. David Huddleston encaja visualmente a la perfección como Santa Claus: cálido, bonachón y con una presencia que remite al imaginario clásico. Su personaje comienza como un humilde tallador de madera que, tras una tormenta, es llevado a un reino de elfos y señalado como el elegido para llevar alegría a todos los niños del mundo. La base mitológica está ahí, pero el desarrollo no acompaña.

El mayor problema de la película no es su ambición desmedida, sino que nunca logra darle a Santa Claus un conflicto interno real que sostenga la historia durante dos horas completas.

Un Santa sin alma ni conflicto

El guion falla al construir un protagonista con profundidad emocional. El Santa de Huddleston acepta su destino eterno sin miedo, dudas ni deseo alguno, como si descubrir que su vida tiene un propósito divino fuera un trámite menor. No hay tensión moral, no hay aprendizaje y no existe un arco dramático claro. Las decisiones importantes se resuelven sin fricción y los conflictos desaparecen casi de inmediato.

Esto se vuelve aún más evidente cuando se compara con otros Santa del cine. Ed Asner aportó sarcasmo y humanidad, J.K. Simmons dotó al personaje de tragedia y Tim Allen mostró transformación personal. Aquí, en cambio, Santa es tratado como un ícono perfecto e intocable, atractivo para un póster, pero incapaz de sostener una narrativa completa. La película apuesta al símbolo y se olvida del personaje.

Mucho espectáculo, poca magia

Durante un tramo, la producción parece capaz de salvar la experiencia. Los efectos prácticos, los renos animatrónicos y el taller del Polo Norte están cuidadosamente diseñados. Incluso hay escenas que sugieren que podría convertirse en un clásico navideño imperfecto pero entrañable. Sin embargo, la dirección nunca logra insuflar vida a ese despliegue visual.

Los decorados terminan sintiéndose vacíos y artificiales porque no existe un mundo emocional que los respalde. No hay sensación de escala ni de asombro genuino. La película no se apoya ni en el folclore navideño tradicional ni propone una visión original que lo reemplace. El resultado es una experiencia vistosa, pero dramáticamente inerte.

Santa Claus: The Movie confunde tamaño y presupuesto con magia, olvidando que el encanto navideño nace de la emoción y no del exceso visual.

Cuando todo se descontrola en los años 80

El verdadero colapso llega cuando la historia se traslada a los años 80. El tono cambia de forma abrupta y cualquier atisbo de encanto se diluye entre humor caricaturesco, diseño estridente y una trama secundaria absurda. Dudley Moore interpreta a Patch, un elfo torpe cuya necesidad de validación desencadena un conflicto sin rumbo claro.

John Lithgow aporta energía exagerada como villano corporativo, pero ni siquiera su entusiasmo logra compensar el caos tonal. La película se convierte en una sucesión de gags forzados, moralejas mal integradas y un clímax que parece improvisado. A esto se suma un uso descarado del product placement que destruye por completo la sensación de mito. Santa deja de parecer una figura atemporal y pasa a sentirse como un simple recurso publicitario.

La película transforma la Navidad en un catálogo corporativo, reemplazando el mito y la esperanza por marcas, consumo y una estética ochentera que envejeció muy mal.

Una oportunidad navideña desperdiciada

Santa Claus: The Movie aspiraba a ser la versión definitiva del personaje en el cine, pero nunca entendió qué lo hace significativo. La generosidad, la transformación y la esperanza eterna están presentes en el mito, pero el guion jamás se atreve a explorarlas con honestidad. Décadas después, otras películas demostraron que la mitología de Santa puede ser profunda y conmovedora cuando se trata con imaginación y corazón.

Cuarenta años más tarde, esta cinta permanece como un ejemplo de cómo una gran idea puede perderse entre ruido, exceso y una falsa noción de espectáculo. Un envoltorio brillante que, al final, no tenía nada dentro.

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