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Crítica de Anaconda: la comedia meta de Jack Black y Paul Rudd no iguala al encanto del clásico original

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Nader Castillo

diciembre 23, 2025

“El río puede matarte de mil maneras.” Esa frase quedó grabada en la memoria del público gracias al inolvidable (y cuestionable) acento de Jon Voight en Anaconda (1997). A pesar de contar con un elenco lleno de estrellas como Jennifer Lopez, Ice Cube y Owen Wilson, la película fue duramente castigada por la crítica. Sin embargo, con el paso del tiempo se ganó un estatus especial como una de esas cintas tan malas que resultan irresistibles, compartiendo lugar con títulos de culto como The Room o Battlefield Earth.

Ese legado, más querido que respetado, es precisamente lo que intenta aprovechar el reboot de Anaconda de 2025. Lejos de ser un simple remake, esta nueva versión apuesta por una comedia autoconsciente que rompe la cuarta pared y se burla, con cariño, de los excesos del filme original. Con Jack Black y Paul Rudd al frente, la propuesta tiene buenas intenciones, pero sus problemas de ritmo impiden que funcione como el homenaje sólido que pretende ser.

Una sátira que entiende el absurdo del original.

¿De qué trata Anaconda?

Doug McCallister es un director de videos de bodas frustrado que sueña con hacer cine de verdad. Su mejor amigo, Ronald Griffin Jr., es un actor venido a menos que todavía vive de un pequeño papel del pasado. En medio de esa crisis personal, Ronald decide comprar los derechos de Anaconda (1997) para que ambos filmen la película que siempre imaginaron junto a un grupo de amigos de la infancia.

El plan incluye cámaras, un barco, un capitán e incluso una serpiente gigante, pero nadie está preparado para enfrentarse a una anaconda real, enorme y mucho más peligrosa que el animatrónico del filme original. La premisa meta es el mayor atractivo de la cinta y encaja bien con el estilo de su director, Tom Gormican, quien ya había explorado este tipo de humor en El peso del talento. Aquí, pese a los fallos narrativos, la película logra dotar a sus personajes de una humanidad inesperada, destacando el amor compartido por el cine.

Una idea brillante que no termina de cuajar.

El gran problema: el ritmo y la serpiente

Ni el concepto más ingenioso logra salvar a Anaconda de un ritmo irregular. Las escenas a menudo terminan de forma abrupta, y la serpiente titular parece casi irrelevante durante gran parte del metraje. No es hasta los últimos minutos que el monstruo cobra protagonismo, como si los realizadores recordaran tarde que debía ser el eje de la historia. El clímax, además, se siente apresurado y genérico, perdiendo la oportunidad de explotar el absurdo para potenciar la comedia.

Un elenco que sostiene la película

Donde la película sí brilla es en su reparto. Jack Black y Paul Rudd forman una dupla carismática, con Black alejándose de su registro habitual para interpretar al personaje más sensato. Thandiwe Newton y Steve Zahn aportan solidez en papeles secundarios, pero la gran sorpresa es Selton Mello, quien roba escenas con facilidad y se convierte en uno de los mayores aciertos del filme.

No todos los personajes tienen la misma suerte. El rol de Daniela Melchior está poco desarrollado y termina sintiéndose desconectado del resto de la historia, especialmente cuando un posible giro interesante se queda sin impacto por falta de construcción previa.

Una decepción con potencial desaprovechado

Anaconda tenía todos los elementos para destacar dentro de los remakes autoconscientes: un buen elenco, una idea divertida y cierto corazón. Sin embargo, el escaso protagonismo de su serpiente, los problemas de ritmo y las subtramas innecesarias terminan pesando más. Para quienes busquen una experiencia realmente divertida sobre una serpiente gigante acechando en el Amazonas, el clásico de 1997 sigue siendo la mejor opción.

La nueva Anaconda se estrena en cines el 25 de diciembre en Estados Unidos.

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